La actividad diaria de un estudiante le implica desgaste tanto físico como intelectual, por lo cual sus necesidades energéticas aumentan y debe tener un aporte mayor de algunos nutrientes; sin embargo, escasez o exceso de algunos alimentos desequilibra el estado óptimo, afectando con ello la salud del escolar.
Si bien las necesidades nutricionales del organismo varían de un individuo a otro, es posible diseñar una dieta que resulte útil y aplicable al grueso de la población estudiantil, en la que se elijan los alimentos que cubran los requerimientos para obtener resultados satisfactorios.
En primer lugar, tomemos en cuenta que un estudiante debe seguir una dieta que contenga vitaminas y minerales que le permitan aumentar o mantener su capacidad de concentración y estudio, al tiempo que se refuerzan los aportes de energía si la actividad física es alta.
Los nutriólogos indican que una dieta equilibrada contiene 55% de carbohidratos, 35% de grasas y de 10 a 15% de proteínas. Es así que podemos preparar un menú sumamente saludable combinando estos elementos.
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